Aquí te damos la solución a los problemas más comunes de los pies para que ¡no los escondas!
Problema: Callos
Aparecen por la fricción de la piel al usar zapatos muy ajustados. Causan inflamación y son muy dolorosos...
Soluciónalo: Sumerge los pies en agua caliente con un poco de sal y jabón líquido. Déjalos durante 15 minutos y luego sécalos perfectamente Aplica una buena cantidad de crema con vitamina E o, para mejores resultados, abre una cápsula de vitamina E y aplícala sobre el callo, espera un poco a que la absorba y talla suavemente la callosidad con una lima que tenga piedra pómez.
Problema: Mal olor
El hecho de que los pies tengan un olor desagradable no siempre se debe a un mal aseo personal. Éste también puede ser por una sudoración excesiva debido al clima, los nervios, el ejercicio o a infecciones.
Soluciónalo: Para que no huyan a tu paso, usa desodorante que ayuden a bloquear la transpiración, de preferencia, en aerosol. También puedes poner dos bolsitas de té negro en dos litros de agua caliente, esperar a que se enfríe y luego sumergir los pies durante 15 minutos. Si lo haces todas las noches, pronto notarás una mejoría. El té negro es un astringente natural que ayuda a controlar a las glándulas que producen el sudor.
Problema: Resequedad
Esto se debe a que la piel, al no estar protegida por medias o calcetines, pierde humedad más rápido, y si no la hidratas seguido, se vuelve áspera y rasposa.
Soluciónalo: Empapa una bolita de algodón en aceite de oliva y pásala por los talones y demás partes resecas todas las noches. Cuando haya penetrado bien el aceite en la piel, usa una piedra pómez. Ponte unos calcetines y ¡a dormir!
Problema: Ampollas
Las ampollas son lesiones en la piel que se llenan de agua, y que ocurren cuando los pies rozan con algo durante mucho tiempo, por ejemplo, cuando estrenas zapatos.
Soluciónalo: Nunca revientes una ampolla, ya que puedes provocar una infección. Aunque te duela mucho al principio, si la dejas secar por sí sola, se desprenderá en unos días. Para evitar el ardor, ponte un curita sobre la ampolla, pero con un hoyo en el centro, para que respire la herida y cierre. Si la ampolla se revienta accidentalmente, recorta la piel suelta con mucho cuidado. Lava la superficie dos veces al día con un jabón antibacteriano.
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